Los elementales ocupan un lugar entre los hombres y los espíritus, son seres intermedios formados de energía pura, pueden adoptar cualquier forma corpórea de su entorno; pueden absorber el prana o energía vital y distribuirla entre lo físico, lo que las convierte en un enlace y una manifestación de una energía fina y sutil.
Paracelso fue un alquimista, astrólogo y médico suizo. Considerado el padre de la toxicología con su frase célebre “la dosis hace al veneno”. Se le atribuye la idea de que los 4 elementos (tierra, fuego, aire y agua) pertenecían a criaturas fantásticas, así pues; la tierra pertenecería a los gnomos, el agua a las nereidas (ninfas del agua), el aire a los silfos (espíritus del viento), y el fuego a las salamandras.
Dardner ofrece también una explicación de qué niveles de energía existen en el universo: “Hay materia sutil que sólo puede ser percibida a través del sentimiento y la emoción; y a este tipo de materia se le denomina materia emocional o bien materia astral”
Aparte del astral, existen otros rangos de experiencia, como el mental y más allá hay otros de una naturaleza mucho más fina y sutil que responden a los aspectos más espirituales de la consciencia. Todas estas escalas de vibración pueden estar presentes e interrelacionadas en un mismo lugar.
Su corporeidad es muy particular, sensible y fluida, y se puede moldear a través del pensamiento. La visualización esta mediatizada por los preconceptos que tengamos de lo que vamos a ver, ya que somos quienes moldeamos el astral; no es menos cierto que nuestro astral atraerá a seres similares, de forma que, si guardamos miedo, desconfianza y odio serán seres de esas características a los que atraeremos.
Cuando nos unimos con la tierra, podemos sentir el acercamiento que realiza el corazón con la naturaleza. Seamos sensibles ante su presencia.