Desde la propuesta y visión de la psicología humanista y el Desarrollo Humano que son la tercera fuerza de la psicología, nosotros contemplamos a la persona como un ser integral, total y que no está dividido o segmentado. En la persona hay mundo racional o intelectual, hay campo físico al que denominamos cuerpo, y un mundo emocional donde habitan nuestros sentimientos. Hemos aprendido, la gran mayoría de nosotros, a guardar lo que sentimos y no expresarlo.
También es probable la negación de estos, llegando incluso a no darnos cuenta de lo que verdaderamente estamos experimentando o viviendo ante tal o cual situación. Se nos ha enseñado a calificar o etiquetar nuestros sentimientos. Por eso no resulta desconocido si escuchamos que es “malo” enojarse, que el miedo es para gente “débil”, que los hombres no deben llorar y que la manifestación del enojo en una mujer es porque es histérica, neurótica o de plano una loca.
El área de oportunidad o reto, para nuestro proceso personal es aprender a concedernos el permiso de explorar y contactar con nuestro mundo emocional, reconocer en un ejercicio de auto observación qué es lo que siento o qué detona en mí tal o cual emoción. Una vez que hacemos esto continúa nuestro trabajo para expresar de manera asertiva el sentimiento.
Es posible hacer esto desde un lugar en donde valido, reconozco y me otorgo a mi misma el derecho a expresar mi sentir sin agresión, sin minimizar lo que siento, sin exagerarlo y sacarlo de contexto. Hoy por hoy llegamos a dar un lugar sumamente importante al coeficiente intelectual, que es el que mide y determina nuestros conocimientos, inteligencia y mundo intelectual y racional, y ampliando nuestro espectro de auto conocimiento encontramos que existe también un coeficiente emocional o la llamada inteligencia emocional, que nos permite reconocer qué tanto podemos sentir, cómo nos relacionamos con nuestros sentimientos, cómo establecemos relaciones con los demás.
Al final llegamos a un punto de equilibrio y balance en donde lo que pensamos es tan importante como todo aquello que contactamos en nuestro mundo emocional.
En el mundo del trabajo y la empresa, el coeficiente Intelectual determina lo que sabe, por ejemplo, un ejecutivo, pero la coeficiente emocional o inteligencia emocional determina lo que hará. El coeficiente intelectual es lo que permite entrar en una organización, pero el coeficiente emocional es lo que permite crecer en esa organización y convertirse en líder.
La palabra Emoción viene del latin: Ex: Hacia afuera y movere: Movimiento. Significa mover hacia afuera, expresar, sacar de adentro. El verbo to asserten inglés significa: manifestar, expresar, afirmar positivamente, plenamente y en forma directa.
El sentimiento es el resultado de una emoción, a través del cual, el consciente tiene acceso al estado anímico. Es el cauce por el cual se solventa este y puede ser físico o mental. Forma parte de la dinámica cerebral del ser humano, que le da la capacidad para reaccionar a los eventos de la vida diaria.
Todo sentimiento está asociado con una sensación física y un pensamiento. Esta experiencia está integrada por: mente, cuerpo, emoción y se conoce como HOLISTICA (Total) y es la base del enfoque de la psicología humanista.
“Detrás de cada sentimiento hay una necesidad auténtica que me pide a gritos ser atendida”.
En nuestro centro hemos creado espacios específicos para que puedas explorar cómo estás en relación a tu mundo en emocional. Nuestros facilitadores han creado talleres, cursos y conferencias con la intención de facilitar tu proceso de auto exploración y auto conocimiento. Uno de nuestros objetivos es promover el balance y el equilibrio que radica en nuestro interior para vivir plenamente.
Autora. Rosa María Noriega Gironés.
Especialista en Desarrollo Humano y trabajo con Emociones.